El espectáculo inaugural de las Ruinas de Santa María hizo guiños al teatro griego en un ambiente coral con tintes operísticos.Christophe Berville, bajo el paraguas de Arrozcompollo Producciones y el Ayuntamiento de Cazorla, volvió a sorprender a propios y extraños en la reinauguración como espacio escénico de las Ruinas de Santa María. 'Un río para un pueblo' era una apuesta arriesgada que necesitaba de la unión de múltiples factores para alcanzar la perfección, incluidos los técnicos como el sonido o la iluminación. La base actoral y musical, tras un periodo de intensos ensayos del nutrido grupo compuesto por más de 70 artistas, rozó la perfección y despertó hasta los más reticentes espíritus de este mágico lugar, trascendiendo a la religión que le dio origen.
El aplauso final de las 800 personas que asistieron al espectáculo a todo el elenco fue buena muestra del fuerte compromiso de éste con el público y con el propio Berville. Muy reseñable es el hecho de que gran parte de esas 70 personas que deleitaron al público nacieron en Cazorla o se enamoraron de ella hace muchos años. Incluidos los 9 niños del coro, que formaban parte de la espina dorsal de todo el espectáculo; Cristian, Susana, Asier, Raquel, Lorenzo, Ana, Enrique, Marina y Elena merecen todo el reconocimiento porque son el futuro cultural de Cazorla y porque, unidos a otra corriente de gran actualidad en todo el país, proyectan a toda la sociedad hacia un futuro más luminoso. Su funcionamiento como grupo, su respeto por el trabajo bien hecho y el mutuo cariño sobre y tras el escenario, son prueba de sólidos valores de los que la sociedad cazorleña ha de sentirse orgullosa.
Teatro griego
La vertiente teatral del montaje se completó con los cuatro actores protagonistas, Carlos Ríos, Inmaculada Martínez, Arcadio Chillón y el veteranísimo y querido Gabriel Rojas. Los tres primeros, pese a su juventud, son ya curtidos actores que han trabajado en múltiples ocasiones con Christophe Berville. Pese a lo comprometido del libreto y las complicaciones de la noche, se movieron por las viejas rocas de Santa María como si fueran los rincones de su propia casa. Los clarividentes textos elaborados por los escritores cazorleños David Gómez, José Luis Ríos y Manuel Molina fueron desgranados entre aquellos muros por última vez para permanecer siempre allí encerrados. Gabriel Rojas, rodeado del coro, presidía un conjunto en el que, por el apabullante contraste de edad, se distinguía como la experiencia orlada por una blanca, brillante y vital luz de futuro.
Las voces del barítono ubetense Damián del Castillo y de la soprano malagueña Esmeralda Espinosa culminaron el denso y espectacular final con la ayuda del trío instrumental compuesto de un piano, un violín y una flauta, y de la bailaora ubetense Ramoni. Antonio Moreno desde el centro de la nave central, y solo ayudado por un retroproyector y sus pinturas, plasmó sobre la pared frontal del altar mayor la ilusión de la pintura en movimiento; formas y colores 'mancharon' el histórico muro en una ficción lumínica que quedó estampada en la memoria. La luz de las bengalas y de los fuegos de artificio contribuyó a dar la última vuelta de tuerca al espectáculo y completarlo tal y como había sido concebido.
Y todo ello con la participación activa del Centro Guadalinfo de Cazorla.
Fuente: Jose Luís González Viñas, Diario Ideal y Centro Guadalinfo de Cazorla.